– Así es en un ochenta por ciento, pero el veinte por ciento restante son personas que tratan de dejarlo por primera vez. Todos vienen a verme porque conocen a alguien cercano al que le ha funcionado.
– ¿Eso quiere decir que hay mucho incrédulo?
– Puede ser. La hipnosis sigue siendo una desconocida y la gente la suele asociar al mundo del espectáculo. Aquellos magos que te sacan al escenario y te ponen a la pata coja. El principio de acceso al subconsciente que utilizan es el mismo, pero lo que yo hago es hipnosis clínica, que es distinto.
– ¿Puede cambiar por completo la voluntad de una persona a través del subconsciente?
– Rotundamente no. Un hipnotizador puede hacer que cualquiera entre en trance, pero nunca que actúe en contra de sus principios. No podemos transformar o borrar la frontera entre el bien, el mal y el instinto de supervivencia.
– Ponga un ejemplo.
– Si hubiera un incendio en plena sesión de hipnosis, el paciente echaría a correr por el resorte de supervivencia. Sería igual que si estuviera completamente lúcido.
– ¿En qué consiste la sesión para dejar de fumar?
– Dura dos horas y se divide en dos partes. La primera es motivacional. Sirve para romper el hielo y para hacer ver a los fumadores que el tabaco no aporta nada positivo a sus vidas. La segunda mitad de la sesión es la hipnosis. Las personas están en trance cuarenta y cinco minutos y luego se van a casa.
– ¿Y ya está?
– Sí. Solemos hacer la hipnoterapia a última hora del día para que, al acabar, sean cerca de las nueve de la noche. La gente regresa a su domicilio cansada, con la sensación de no haber conseguido nada, pero no fuman. Cenan, se acuestan y a la mañana siguiente no se acuerdan del tabaco.
– Habrá excepciones.
– Sí, claro. Calculo que una de cada diez personas recae. En ese caso, otra sesión de hipnosis es bastante aconsejable.
– ¿Por qué decidió dedicarse a la hipnoterapia?
– Viví en Estados Unidos ocho años y allí la hipnosis está a la orden del día. Trabajé en varios centros para mayores y en una casa de acogida de mujeres maltratadas. Me di cuenta de que a través de este tipo de terapia las personas mejoraban su calidad de vida y decidí formarme como hipnoterapeuta en la Universidad de California.
– Pero regresó a España.
– Sí, y en un momento en que la hipnosis era un bicho raro. Ahora se ha hecho más popular y empieza a emplearse en centros sanitarios. El Hospital Vall d’Hebron de Barcelona emplea la hipnosis en la unidad de quemados, como un calmante.
– ¿Hay más aplicaciones terapéuticas?
– No sólo se puede dejar de fumar, con la hipnosis las fobias pueden atenuarse e incluso puede ser un complemento para la gente que hace dieta.